domingo, 3 de mayo de 2015

El día de mi madre

Un día lei en un libro que deberíamos preguntar a nuestras madres sobre el día de nuestro nacimiento. Me pareció interesante, porque, aunque sabía los pormenores (la hora, el lugar etc..) nunca había tenido una conversación real sobre ese día con mi madre.Y no creo que sea la única.

Un domingo cualquiera de enero (de los siempre insuficientes en los que voy a casa de mis padres, porque soy una mala hija, admitámoslo) ,después de comer, nos sentamos en el sofá mi abuela, mi padre (que en 20 segundos se quedaría dormido) y yo.
Mi madre ha cogido la costumbre de sentarse en una silla. Me gusta porque de ese modo se sienta a mi lado y enfrente de mi abuela, prácticamente de espaldas a la tele y eso hace que formemos casi un círculo en el que la conversación surge de manera espontánea. Tal vez lo hace a propósito. Es así de lista.

Creo que venía a cuento, porque mi madre me preguntó por una amiga que está embarzada y a raíz de ello le solté incisivamente :

-Mama, y el día que yo nací, ¿qué?

Menuda periodista estoy hecha.

Fui apuntando datos en mi móvil,sin decírselo. Recordándolo, tal vez ella creyó que estaba pasando olímpicamente, pero conociéndola, sabía que me lo estaba apuntando todo.Bueno...lo que pude.

Ahí va:

Ese lunes el despertador sonó a las 6, como cada día,aunque ella ya no trabajaba desde el viernes anterior porque el domingo salía de cuentas. Sí. Estuvo trabajando hasta dos días antes de salir de cuentas en una fábrica de relojes. Mi padre empezaba a trabajar a las 7 en la zona industrial, así que como ha hecho siempre , se despertó con él. Puso los pies en el suelo y rompió aguas. Buenos días.

Pasadas las 7 se dirigieron al hospital de Sant Boi. Cuando llegaron, les dijeron que la cosa iba lenta y que regresaran a casa y desayunaran tranquilamente. Así lo hicieron. Se reunieron con mi Avi Josep y con mi Iaia Dolores. Mi madre tenía algún dolor, pero no mucho, dice.

Sobre la 1 fueron de nuevo al hospital y esperaron en visitas externas hasta las 2'30. Allí le dijeron que ya estaba dilatada.

La llevaron a la sala de dilatación. Era una habitación alargada donde había 4 mujeres en cama,todas con el gotero para dilatar.De vez en cuando entraba una enfermera y volvía a salir. Había una mujer que llevaba ahí desde el día antes. Mi madre le preguntó:

-Aún no?
-Aquella de ahí abajo lleva dos días aquí- le contestó la otra.


De repente a mi madre le entraron ganas de ir al baño. A pesar de que le habían dicho que no se levantara, lo hizo de todos modos. Característica universal de las madres, supongo.

Por aquel entonces, estaba prohibido que los hombres entraran ahí, pero mi padre tiene otro estilo.
Es del tipo de padres que si puede colarse en la cola de una atracción, lo hará, solo para que subamos más rápido, ante la mirada horrorizada (y interiormente aliviada) de sus hijos.
Pero tenía una buena razón para meterse en la sala de dilatación una vez vio que la enfermera se había ido.

Habíamos dejado a mi madre en el lavabo. De repente se abrió la puerta: mi padre.

-¡¡¿Qué haces aquí?!! - dijo mi madre confundida.
- Ah....como no salías...
- ¡Estoy aquí! ¡Ahora estoy meando! ¡Vete,vete! (En realidad lo dijo en catalán: "¡Fot el camp!")

Resulta que no tenia una razón tan buena para desobedecer la prohibición. Él lo que quería era entrar. Estaba preocupado.Normal. Era la primera vez que ambos pasaban por algo así. Aunque no sería la última.

Al cabo de un rato, vinieron a buscar a la mujer que llevaba ahí dos días. Menos mal. Y después de dos o tres chicas más,por fin bajaron a mi madre a quirófano.

El doctor era joven, rubio, guapo. Vio a la mujer que la visitaba y ésta le dijo:

-No te pongas nerviosa, ahora te ataremos las piernas aquí. Cuando tengas dolor me lo dices y empujas.

Pero no estaba suficientemente dilatada, y en una de las veces que empujó la tuvieron que cortar:

-Así, sin epidural ni hostias - destacó mientras me lo contaba.

Por fin, el último empujón y salí entera. Eran las 16'30. Tres o cuatro minutos más tarde salió la placenta, que es "como otra criatura pero sin dolor".

Le dijeron que era una niña. No lo sabían porque entonces no se hacían ecografías.
Me pusieron encima suyo. "Eras muy menuda".  2960gramos y 149cm.

La enfermera me lavó, me pesó, me visitó y me llevó hacia mi madre de nuevo.

Ella todavía tenía las piernas abiertas porque le estaban cosiendo. Recuerda que notaba como le pasaban el hilo y la aguja. Se tuvo que sentar una temporada con un flotador.

La subieron a planta y estuve todo el rato en la habitación. En una ocasión tuvieron que llamar a la enfermera porque no podían gestionar las consecuencias del calostro. Me dice riendo que había mierda por todas partes, por los pañales, por la piernas.
A mi madre le divierten estas cosas escatológicas. Como a todos. El viernes de esa semana se fue para casa.

Esta es la historia de cómo me nacieron. Fue muy interesante escuchar hablar a mi madre sin interrumpirla (mucho) y ver como rememoraba ese día. Se te encoge el corazón cuando se emociona, se ríe y recuerda el dolor ,los nervios y los detalles. Lo cierto es que la quiero y que cada día me cae mejor.